Ruiseñor de Gandersheim

Hroswitha, también conocida como Hrosvit, Hrotsvit, Roswitha y Hrowitha de Gandersheim, (c. 935 a c. 1002) fue una canonesa (a diferencia de las monjas, las canonesas sólo hacían dos votos de los tres monásticos: castidad y obediencia, pero no el de pobreza) escritora que vivió y trabajó en la abadía benedictina de Gandersheim, localizada en la actualidad en la Baja Sajonia. Escribió en latín y se la considera la primera persona desde la Antigüedad en componer obras de teatro en esa lengua.

Hroswitha participa del destino de todos los poetas de la época antigua: destaca más por sus obras que por su personalidad. Se conocen muy pocos datos concretos sobre su vida personal y, de hecho, la interpretación de su nombre como “clamor validus” parece hacer referencia a la propia escritora, lo cual explica que fuera llamada también “voz poderosa” y a veces el “Ruiseñor de Gandersheim”. Con toda probabilidad era de origen aristocrático: su nombre aparece en un antiguo grabado de madera como “Helena de Rossow”.

Parece que estaba todavía en su primera juventud cuando entró en el convento de Gandersheim, muy famoso entonces por su ascetismo y sus preocupaciones educativas. Su extraordinario talento encontró allí un correcto desarrollo, primero bajo la guía de su maestro Rikkardis y luego bajo el especial cuidado y dirección de Gerberga, sobrina de Otón I y una de las mejor educadas mujeres de su tiempo, que llegaría a ser más tarde abadesa (959-1001). Esta última se tomó un particular interés en el desarrollo del talento literario de la joven, a través de la cual ella deseaba “contribuir algo a la gloria de Dios”. Sus obras forman parte del periodo cultural conocido como Renacimiento Otoniano.

Producción literaria

La obra de Hroswitha
muestra familiaridad no sólo con los padres de la Iglesia sino también con la poesía clásica, incluyendo Virgilio, Horacio, Ovidio, Plauto y Terencio (principal influjo de su poética), y algunas de sus obras se basan en los evangelios apócrifos. Sus obras muestran la castidad y perseverancia de la mujer cristiana y las contrasta con la imagen latina de la mujer débil y sentimental.

Composiciones poéticas


Los poemas latinos de esta monja han tenido una curiosa historia. Después de siglos de abandono, fueron descubiertos por el poeta laureado Conrad Celtis en el monasterio benedictino de San Emmeram en Ratisbona/Regensburg, siendo publicados en 1501. Su obra poética tiene en un primer volumen forma épica: incluye dos poemas bíblicos y seis leyendas. Para ello, Hroswitha bebe en fuentes latinas y usa su libertad poética en el tratamiento psicológico de los caracteres y las acciones. El material de su “Vita Mariae” está tomado de la Biblia, y del apócrifo “Evangelio de Santiago”. Esta vida de María está claramente conectada con su otro poema “Sobre la Ascensión del Señor”.

Por otro lado, los temas de sus seis leyendas son bastante variados: “El martirio de san Gangolf”, tiene como protagonista a un príncipe burgundio. “El joven San Pelagio” de Córdoba, cuyo reciente martirio ella lo relata de acuerdo con informaciones recogidas por testigos presenciales, era contemporáneo suyo, de ahí su realismo y lo impactante de la descripción. La leyenda de “Theophilus” es el primer tratamiento poético de la leyenda medieval de Fausto. La historia de Teófilo es una de las más populares escritas en cualquier lenguaje. Describe cómo el joven archidiácono está insatisfecho con sus progresos intelectuales. Consulta a un brujo judío y es llevado al encuentro de los demonios. Theophilus renuncia a Dios en un documento escrito pero luego se arrepiente. Finalmente, es rescatado por la Virgen María. De un tenor similar es la leyenda de san Basilio, en el que un joven desgraciado es salvado de un pacto con el diablo. La lista se cierra con el martirio de san Dionisio y el de santa Inés. Este último poema, que se basa en la biografía de la santa atribuida a san Ambrosio, está escrito con gran fervor. El lenguaje es simple pero pulido, y casi siempre melodioso.

Piezas dramáticas

Pero la reputación literaria de Hroswitha se mantiene, ante todo, por sus obras dramáticas a imitación de Terencio. Con respecto a los motivos por los que adopta esta forma de expresión literaria, ella misma da suficiente explicación: Lamentando el hecho de que algunos cristianos, atraídos por la belleza de la pieza, tomen placer con las comedias de Terencio y en ellas aprendan algunas cosas impuras, determinó imitar de cerca su estilo, con idea de adaptar los mismo métodos para exaltar la pureza triunfante de las santas vírgenes, como él intentó pintar la victoria del vicio. Un rubor con frecuencia asciende a sus mejillas cuando en obediencia de las leyes de la forma escogida para sus expresiones poéticas, se vio obligada a retratar la detestable locura del amor impío.

Esta última indicación se aplica principalmente al caso de cinco de sus dramas, el tema de los cuales es el amor sensual. El tratamiento que la pía monja da a su tema discurre por supuesto en un plano moral más alto y es hábil en demostrar el principio, en medio de bastante escabrosas situaciones, de que cuanto más grande es la fuerza de la tentación más admirable es el triunfo final de la virtud.

Las comedias de Hroswitha ocuparon el lugar de Terencio en el estudio de Gandersheim. Entre ellas se incluyen Gallicanus, Dulcitius, Callimachus, Abraham, Paphnutius, y Sapientia. La obra más popular, juzgando al menos por sus numerosas copias, es el “Gallicanus”. Este general de Constantino el Grande, siendo todavía pagano, pidió en matrimonio a la hija del emperador, Constancia, quien, sin embargo, hace tiempo que se había ofrecido a sí misma como esposa al Señor; el pretendiente acaba convertido y sufre una muerte de mártir. Su segundo drama es una composición más singular, en la que el humor y la seriedad están extrañamente mezclados. Dulcitius, un prefecto de Diocleciano, desera obligar a tres doncellas cristianas a un matrimonio no deseado con altos dignatarios de la Corte. Tiene a sus víctimas prisioneras en una cocina y con criminal intención se encamina en silencio hacia ellas bajo la protección de la noche; pero Dios le castiga con la ceguera y el prefecto abraza sólo cazuelas y pucheros llenos de hollín. Aunque él no lo sabe, la apariencia bajo la que aparece es la de un carbonero, y esta inesperada sorpresa provoca la más divertida de las escenas: las tres encantadoras doncellas, Agape, Chionia e Irene, son rescatadas de su villanía. En “Callimachus” la violencia de la pasión conduce a una profanación truculenta de la muerte que, sin embargo, es milagrosamente evitada. Las dos siguientes piezas, “Abraham” y “Paphnutius”, tratan de una forma curiosa la conversión de una mujer caída. Finalmente, el último drama relata de un forma sencilla y clara la leyenda del martirio de las tres hermanas Fe, Esperanza y Caridad, hijas de Sabiduría. La significación literaria de los dramas de Hroswitha ha sido expresada con una comparación con las campánulas de invierno: “Justo en la mitad del invierno levantan sus blancas cabezas pero mueren mucho antes de la llegada de la primavera y no hay nadie que las recuerde”.

Poemas épicos

Su prolífica carrera como poetisa se cerró con dos grandes epopeyas, una cantando las hazañas de Otón I desde la coronación del emperador hasta el año 962, el poema De Gestis Oddonis I. Imperatoris. Fue escrito en 967 y dedicado al propio emperador y es una pieza de gran valor para los historiadores que “encuentran un relato de los hechos proporcionado por un poetisa que asistió en directo a los acontecimientos históricos”. La otra, Primordia coenobii Gandeshemensis, celebra la fundación del monasterio de Gandersheim. Un toque muy romántico es dado a esta última composición por el número de leyendas que la autora ha entretejido distramente en su interior.

http://es.wikipedia.org/wiki/Hroswitha_de_Gandersheim

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