Biografía de Queenie Kathelyn Bedford: Rendida al Señor

Cuando Queenie Kathelyn Bedford sintió el llamado en la zona selvática del sureste de Bolivia, no sabía que habría de encontrarse con quien sería su esposo, Herbert Gerrard. Ambos de Toronto, Canadá, no se conocieron en su país de origen, sino en el campo misionero, en 1921.

En 1922 se casaron en la ciudad de Frías, provincia de Santiago del Estero, Argentina, siendo Queenie de 23 años. Su destino misionero fue Jujuy, una tierra totalmente diferente a su lugar de origen, en en norte de Argentina. Desde allí iniciaron su ministerio itinerante, aprovechando las dos líneas ferroviarias principales, entre los pueblos hacia donde estas se dirigían, llevando el Evangelio con denuedo. Si bien eran ambos muy jóvenes, su decisión de servir al Señor se fortalecía con la convicción de estar siempre guiados por el Espíritu para ser testigos ante la población allí existente, a pesar de las condiciones difíciles que les tocaba vivir. Pasaron privaciones e incomodidades y debieron enfrentarse a creencias autóctonas que mezclaban lo cristiano con lo mágico, y el culto a extraños dioses.



Tuvieron cinco hijos varones y una niña. Queenie se dedicó a ellos y al hogar, mientras ejercía su ministerio intercediendo por su esposo que viajaba llevando el Evangelio por toda la provincia de Jujuy. Cuando sus hijos crecieron, dejaron la obra en Jujuy para trasladarse a Orán, en una provincia vecina a Jujuy, la provincia de Salta.
El matrimonio trabajó durante 50 años en el norte argentino, dejando las bases del Evangelio y allanando el camino a los que habrían de seguir la obra años más tarde.

Queenie fue una mujer de carácter y convicciones profundas, conciente de su rol junto a su esposo en el lugar de la voluntad de Dios, mostró alegría y cariño a las personas que acudían a su casa. Su generosidad fue patente, en momentos de abundancia o escacez, al compartir con otros lo que tenía.
En cierta ocasión, Queenie se hizo cargo de una niña raquítica a quienes sus padres no podian atender, salvándola de una muerte segura. La niña vivió como hija en el hogar de Queenie, formó parte de la familia hasta los 13 años, cuando sus padres biológicos la reclamaron. Si bien la pena que esta separación fue grande, Queenie supo capitalizar su experiencia del cuidado y recuperación de esta niña, y siguió trabajando en ayuda a los pobres y enfermos de la congregación.
Queenie se dedicaba a realizar ropas para los niños y preparar comidas para cumplir en satisfacer las necesidades de su comunidad. Muchos niños podían estrenar algo y obtener regalitos en Navidad de manos de Queenie.
Queenie tenía una estrecha relación con el Señor. Además de su devocional privado con lectura de la Biblia y oración, cada día hallaba un rato para dedicar a la lectura de libros cristianos de edificación, que contribuyeron a su formación misionera. Pudo enseñar a las mujeres y poner en marcha entre los pequeños la Escuela Dominical, en vista de la importancia de instruir a los niños en el camino de Dios. Con este objetivo, los Gerrard emprendieron algo nuevo: el establecimiento de campamentos en los cuales convivirían, durante unos días, un buen número de niños en ambiente diferente al de sus hogares, recibiendo, como base de todo, la enseñanza de la Palabra de Dios, aprendiendo cánticos con contenido bíblico, versículos de memoria y pasajes de las Escrituras que, guardados en el corazón, el Espíritu Santo podría llevar a sus memorias en el momento oportuno, y ser de Guía a lo largo de toda su vida.
Así que sin disponer de los mejores recursos, se lanzaron a esta enriquecedora aventura, que resultó ser la base para muchos campamentos en los años venideros.

Queenie falleció en 1972, un año después de su amado esposo.
Fuente: Revista Caminemos Juntas


Image and video hosting by TinyPic

Entradas que pueden interesarte