Abriendo paso en Cuba

He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jer 33:6

Dios en Su Palabra nos promete sanidad y medicina. Compartimos la vida de una mujer clave en la historia de la medicina para el pueblo cubano.

El 27 de agosto de 1869 nació en La Habana Laura Martínez de Carvajal, una niña que con el tiempo se convirtió en figura destacada las ciencias.

Laura fue muy precoz, una verdadera adelantada para la época que le tocó vivir, pues a los 4 años aprendió a leer y escribir correctamente y ya a los 10, comenzó sus estudios de Bachillerato y con ellos una larga cadena de notas Sobresaliente.

Durante su infancia asistió a la Escuela de Señoritas de Manuela de la Concha Duval, en La Habana, una de las más prestigiosas de la época, y gracias a la intervención de una importante figura de la intelectualidad de entonces, el doctor Luis Felipe Le Roy, cursó estudios secundarios en el plantel de San Francisco de Paula, ambas de la capital.

Al terminar el Bachillerato hizo simultáneamente las carreras de Física y Matemática, que concluyó en 1888 y la de Medicina y Cirugía, poco antes de cumplir veinte años, para convertirse de esa manera en la primera cubana graduada de esta especialidad en la bicentenaria Universidad de La Habana.

Debido a los prejuicios sociales existentes en nuestro país durante el Siglo Diecinueve, la dirección de la Universidad NO le permitía a la joven estudiante Laura Martínez de Carvajal y del Camino practicar la disección de los cadáveres, junto con sus condiscípulos –todos del sexo masculino- en el Anfiteatro del Hospital de San Felipe y Santiago, que estaba ubicado en los altos de la cárcel citadina.

En nuestros días, cuando se destaca de manera considerable la presencia femenina en las Facultades de Ciencias Médicas, esa disposición que nos parece arbitraria, la obligaba a concurrir sólo los domingos y días festivos, para hacer en solitario esa labor práctica, que debía realizarse entre cuatro personas. Su persistencia se puso de manifiesto entonces, porque necesitaba estudiar con los cadáveres, ya que de no hacerlo resultaba imposible conocer los más importantes detalles de la anatomía humana, que son imprescindibles para cualquier galeno.

A todas luces, los perjuicios de la época hacían que las autoridades universitarias mantuvieran esa oposición, con el fin de lograr que la joven interrumpiera los estudios de Medicina y así, atajar los avances observados en su desempeño estudiantil, que pudieran opacar a cualquier otro alumno menos aventajado que esa muchacha habanera.

Después de grandes luchas y avatares, Laura concluyó en el año 1889 sus estudios de Medicina en el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, un centro asistencial que estaba considerado como muy avanzado para su época.

En noviembre de 1890, el cronista Manuel Calvo, del periódico capitalino La Discusión, se refirió a Laura Martínez de Carvajal en estos términos: (...)Esa joven de bella y espiritual fisonomía, es una mujer superior en el sentido más estricto de la palabra. Fue una admirable dama, la primera que se decidió a matricularse como estudiante de Medicina en nuestra Universidad. Allí concluyó su carrera hasta el Doctorado inclusive(...)Estudió porque no pudo dominar su anhelo de saber. Impulsada por la pasión del estudio rompió con las varias preocupaciones que en las sociedades atrasadas atan a la mujer a la holganza, como se ata la mujer a la noria. Laura Carvajal fue primero a la Cátedra acompañada de su criada; luego pensó, y pensó bien, que podía ir sola y ser respetada de todo el mundo y sola fue y todo el mundo la respetó. Lo que prueba que cuando la mujer quiere hacerse respetar, bástale marchar derechamente y de todo el mundo es respetada.
Por esas calles habaneras iba a la Universidad a veces leyendo tal o cual libro la estudiante de Medicina Laura de Carvajal, y como abstraída llegaba a la gran casa docente donde era saludada con respeto por sus condiscípulos. En los exámenes de todas las asignaturas ganó las más altas y brillantes notas.

Mientras cursaba sus estudios de Medicina, Laura Martínez de Carvajal conoció al joven doctor Lino Enrique López Veitía, con quien se casó en la iglesia de Monserrate, de la capital, el 20 de julio de 1889, cinco días después de concluir brillantemente su carrera.

De esa feliz unión matrimonial nacieron siete hijos, lo que no impidió que juntos ejercieran sus profesiones, en un consultorio de Oftalmología que ambos abrieron en La Habana Vieja. Desde entonces Laura se convirtió en su más eficaz colaboradora y por su destacada labor en esa importante especialidad, se le considera como la pionera de la Oftalmología en Cuba.

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