Nunca seas sólo una mujer: historia de Maria Goeppert

Maria Goeppert nació el 28 de junio de 1906 en Katowice, Silesia, que pertenecía a Alemania en esa época, pasando a Polonia posteriormente. Constituyó la sexta generación de científicos en su familia. Desde pequeña su padre le decía: "Nunca seas sólo una mujer". Su capacidad como investigadora y su reconocida inteligencia, la impulsaron a desplazarse geográficamente y a destacarse a nivel mundial. "En 1930 se casó con Joseph Mayer, lo que además le alteró tres de los aspectos más fundamentales en la vida de toda persona: su nombre pasó a ser Maria Goeppert-Mayer, su país de residencia Estados Unidos y su nacionalidad será norteamericana con el tiempo.

Su padre era académico y aceptó un puesto en la Universidad de Gotinga en 1910. Parecía natural que Maria estudiara en esa universidad, sin embargo surgieron dificultades (las primeras) por ser mujer. Por eso estudió en Gotinga en forma libre y rindió sus exámenes de "Abitur"en Hannover ante profesores que nunca había visto. Para los estudios graduados no tuvo problemas en Gotinga excepto que prontamente cambió de matemática a física. Más adelante explicará este cambio de la manera siguiente:
La matemática comenzó a hacérseme muy parecida a resolver rompecabezas. La física también resuelve rompecabezas, pero hechos por la naturaleza y no por la mente del hombre.




En sus estudios graduados se interesó por la mecánica cuántica, en pleno desarrollo en esa época, bajo maestros como Max Born, James Franck y Adolf Windaus. Esto, conjuntamente con sus jóvenes 24 años al momento de obtener su doctorado, le habrían significado una lluvia de ofertas de trabajo, pero, era mujer. Es aquí cuando se casa con el químico Mayer, quien sí tuvo una oferta de The Johns Hopkins University en EEUU. Sin embargo, su condición de mujer siguió pesando y tan sólo logró la posibilidad de trabajar ad-honorem en el Departamento de Física. (Esta universidad no aceptó mujeres como estudiantes en pregrado sino hasta 1970, cuando el cronista que escribe llegó a hacer estudios de doctorado precisamente allí). Esta discriminación negativa le persiguió cuando acompañó a su esposo a la Universidad de Columbia en Nueva York, donde sigue trabajando pero siempre por amor al arte. Ello no obsta para que su productividad en número de artículos publicados vaya en aumento, al tiempo que aparece un libro sobre Mecánica Estadística escrito en compañía de su esposo. Finalmente en 1946 logró su primer nombramiento como Profesora de un Departamento de Física. Esto es en Chicago y debido fundamentalmente a gestiones de un ex-estudiante suyo en Hopkins; además aceptó simultáneamente una oferta de los Laboratorios Nacionales en Argonne. Aquí comienza realmente su vida profesional.

Física Nuclear
Sus relaciones con Edward Teller y Enrico Fermi fueron muy enriquecedoras y la establecieron definitivamente en física nuclear. Fue así como concibió la idea de números mágicos, es decir, que núcleos con ciertos números de protones o de neutrones deberían ser más estables. Sin embargo, la explicación teórica faltaba. Maria recuerda que en un seminario Fermi preguntó si había alguna evidencia de acoplamiento espín-órbita al interior del núcleo, lo que la puso a trabajar frenéticamente por un par de días y noches hasta encontrar la explicación faltante. Se la presentó a Fermi quien no sólo la aceptó, sino que la incorporó a sus clases de física nuclear en la semana siguiente. Esto la llevó a colaborar con su competidor, Hans Jensen, a quien conoció recién en 1950, iniciando una provechosa sociedad que afianzó el modelo nuclear de capas, tema sobre el cual publicaron artículos y un libro, lo que les abrió el camino hacia el Premio Nobel que compartieron en el año 1963, conjuntamente con Eugene Wigner.

En 1956 fue elegida a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Tres años después aceptó su oferta definitiva de trabajo en la Universidad de California, en San Diego. Fue allí donde la alcanzó el Premio Nobel, por sus descubrimientos asociados a las estructuras de las capas nucleares, ocasión en que un diario de San Diego tituló "Madre de San Diego gana Premio Nobel", debido a que mientras seguía con su profesión, criaba a sus hijos.

También allí falleció, el 20 de febrero de 1972.

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