Investigando la historia de AGAR, encontramos que está relatada en dos partes:
1. GÉNESIS 16:1-15 AGAR, embarazada, huye del hogar. El ángel de JEHOVÁ le sale al encuentro, y la bendice. Ella regresa, y nace ISMAEL.
2. GÉNESIS 21:8-21 AGAR y su hijo ISMAEL son expulsados del hogar. Moribundos en el desierto, son socorridos por DIOS.
La vida de AGAR se desarrolla, aproximadamente, unos 1900 años antes del nacimiento de Cristo.
Como sabemos, AGAR era la sierva egipcia de SARA, quien fue dada por mujer a ABRAHAM para tener hijos con ella.
El nombre de AGAR (o HAGAR) puede traducirse como “errante, vuelo, huída, forastera”. De modo que es como una descripción de su propia existencia.
Podemos observar que AGAR reunía en su persona tres elementos que la ponían en la peor condición en la que un ser humano podía hallarse en esa época: era ESCLAVA, EXTRANJERA y MUJER. Muchos siglos después, la secta de los fariseos recitaba una oración matutina de acción de gracias, que decía: “Señor, te doy gracias, porque no soy esclavo, ni gentil, ni mujer”.
Tal vez para contrarrestar esta concepción discriminatoria es que Pablo declara a los Gálatas: “No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gál. 3:28)
Nos damos cuenta que cada uno de esos estado era, de por sí, muy desfavorable. ¡Imaginemos la situación de una persona que concentraba a los tres!
Y esa era la tristísima condición de AGAR.
A propósito de la condición desfavorable en que pueden encontrarse algunas mujeres, hallamos en el libro EXTRAORDINARIAS MUJERES DE LA BIBLIA, de Eunice Faith Priddy, el siguiente testimonio de una mujer venezolana: “Siempre me pregunté en el fondo de mi corazón si a Dios le importaría algo acerca de las mujeres. Ahora, después de escuchar su programa, se que sí. Me alegro de que Dios me ame, aún si soy una mujer.”
Esta revelación es similar a la que recibió AGAR en el desierto. El ángel de JEHOVÁ le salió al encuentro cuando ella andaba errante bajo el sol abrasador, y esto la hizo sentirse reconocida como persona:
1. GÉNESIS 16:1-15 AGAR, embarazada, huye del hogar. El ángel de JEHOVÁ le sale al encuentro, y la bendice. Ella regresa, y nace ISMAEL.
2. GÉNESIS 21:8-21 AGAR y su hijo ISMAEL son expulsados del hogar. Moribundos en el desierto, son socorridos por DIOS.
La vida de AGAR se desarrolla, aproximadamente, unos 1900 años antes del nacimiento de Cristo.
Como sabemos, AGAR era la sierva egipcia de SARA, quien fue dada por mujer a ABRAHAM para tener hijos con ella.
El nombre de AGAR (o HAGAR) puede traducirse como “errante, vuelo, huída, forastera”. De modo que es como una descripción de su propia existencia.
Podemos observar que AGAR reunía en su persona tres elementos que la ponían en la peor condición en la que un ser humano podía hallarse en esa época: era ESCLAVA, EXTRANJERA y MUJER. Muchos siglos después, la secta de los fariseos recitaba una oración matutina de acción de gracias, que decía: “Señor, te doy gracias, porque no soy esclavo, ni gentil, ni mujer”.
Tal vez para contrarrestar esta concepción discriminatoria es que Pablo declara a los Gálatas: “No hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gál. 3:28)
Nos damos cuenta que cada uno de esos estado era, de por sí, muy desfavorable. ¡Imaginemos la situación de una persona que concentraba a los tres!
Y esa era la tristísima condición de AGAR.
A propósito de la condición desfavorable en que pueden encontrarse algunas mujeres, hallamos en el libro EXTRAORDINARIAS MUJERES DE LA BIBLIA, de Eunice Faith Priddy, el siguiente testimonio de una mujer venezolana: “Siempre me pregunté en el fondo de mi corazón si a Dios le importaría algo acerca de las mujeres. Ahora, después de escuchar su programa, se que sí. Me alegro de que Dios me ame, aún si soy una mujer.”
Esta revelación es similar a la que recibió AGAR en el desierto. El ángel de JEHOVÁ le salió al encuentro cuando ella andaba errante bajo el sol abrasador, y esto la hizo sentirse reconocida como persona:
DIOS la ve, la llama por su nombre, se interesa por su problema, se compadece de su aflicción, la bendice a ella y a su descendencia, y le dice qué hacer al ver su gran confusión.
Entonces AGAR de pronto entiende el privilegio de que DIOS la ha hecho objeto, y se expresa maravillada: “¡Este es DIOS que ve!”. Seguramente recordaría los ídolos que había conocido en su infancia en Egipto: estatuas rígidas, frías, de piedra o metal, y miradas vacías y sin vida.
Hasta que ese día, inesperadamente, se encuentra frente a frente con un DIOS vivo, que puede verla y escucharla. Y esta experiencia personal con un DIOS que no es indiferente a la opresión y al clamor, sino que viene y salva, la convierte en teóloga, según lo interpreta Mercedes Navarro; porque AGAR le pone nombre a DIOS llamándolo “El Roí”, el que ve, porque puede hablar con Él, decir quién es, y cómo es, desde su propia experiencia.
Ese es el testimonio personal de AGAR, pero cada una de nosotras tiene el suyo, porque un bienaventurado día DIOS nos salió al encuentro, y nos ofreció Su salvación. También nosotras andábamos errantes en algún desierto, sin saber que había dos ojos amorosos fijos en nuestros pasos, y una presencia que no se apartaba de nuestro lado. Porque sabemos que el SEÑOR dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, yo os elegí a vosotros.” (Jn 15:16). Y luego Juan también dice: “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero.” (1Jn. 4:19).
De modo que cuando creímos y fuimos salvas nuestras vidas comenzaron a ser restauradas y bendecidas. Sin embargo, puede que –como AGAR- en algún momento tengamos que volver al desierto; quizá el SEÑOR necesite probar nuestro corazón para limpiarnos, perfeccionarnos, y para que, pasada la aflicción, seamos mujeres mucho más maduras.
De este estudio podemos extraer algunas enseñanzas:
• Recordemos que JESÚS, dijo: “Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Lc 18:14)
• Aceptemos la voluntad de DIOS sabiendo que Él tiene un propósito para nuestras vidas.
• Confiemos plenamente en DIOS porque Él tiene cuidado de nosotras y de nuestras familias, y que nada de lo que sucede puede escapar a Su conocimiento.
• Confesemos todo orgullo, egoísmo, indiferencia, o cualquier otro pecado que pudiera existir en nosotras, que haya contribuido a aumentar las dificultades en nuestras vidas.
• Seamos agradecidas porque tenemos un PADRE que todo lo ve y que nos ama con amor eterno.
Para terminar, les propongo que no nos olvidemos de ISMAEL.
ISMAEL es “el hijo olvidado del patriarca”, como lo señala el Pr. Federico Bertuzzi. Sabemos que SARA, que fue la de la idea, la que deseaba desesperadamente que naciera, llegó a despreciarlo; Abraham, que era su padre, no pudo protegerlo; y la pobre AGAR, aunque víctima de las circunstancias, con su actitud puso en peligro la vida de su propio hijo. De modo que los adultos que eran los responsables de la existencia y bienestar de ISMAEL, fallaron. Sólo DIOS fue fiel y “estaba con él”.
Cuando el pastor Bertuzzi presentó la misión al mundo islámico ante la congregación, nos dijo que para que la promesa de restauración (Is. 60:6-7) hecha a la descendencia de ISMAEL –los pueblos árabes- tenga cumplimiento, ellos deben conocer y recibir el Evangelio de JESUCRISTO.
Para esto debemos predicar las Buenas Nuevas al mundo musulmán, apoyar a las misiones destinadas a ellos, interceder por los hombres y mujeres que han sentido el llamado de DIOS para anunciarles la Salvación, y rogar -en manera muy especial- por los nuevos creyentes, ya que en la mayoría de los países árabes hay gran persecución; abandonar el Islam es considerado “delito de apostasía”, y convertirse al cristianismo es penado con la cárcel e incluso la muerte.
FUENTES:
• www.elladofemeninodelabiblia.org
• Extraordinarias mujeres de la Biblia, de E.F.Priddy, Ed. PORTAVOZ.
• Mujeres de la Biblia, de A. Spangler y J. Syswerda, Ed. VIDA.
• Hablar de Dios y a Dios en clave de mujer, por Lic. Lucía Riba de Allione.
• Agar y el Dios que no te desampara, por Olga Valdivia, en El Centinela
• El desafío del mundo islámico actual, por Pr. Federico Bertuzzi
Entonces AGAR de pronto entiende el privilegio de que DIOS la ha hecho objeto, y se expresa maravillada: “¡Este es DIOS que ve!”. Seguramente recordaría los ídolos que había conocido en su infancia en Egipto: estatuas rígidas, frías, de piedra o metal, y miradas vacías y sin vida.
Hasta que ese día, inesperadamente, se encuentra frente a frente con un DIOS vivo, que puede verla y escucharla. Y esta experiencia personal con un DIOS que no es indiferente a la opresión y al clamor, sino que viene y salva, la convierte en teóloga, según lo interpreta Mercedes Navarro; porque AGAR le pone nombre a DIOS llamándolo “El Roí”, el que ve, porque puede hablar con Él, decir quién es, y cómo es, desde su propia experiencia.
Ese es el testimonio personal de AGAR, pero cada una de nosotras tiene el suyo, porque un bienaventurado día DIOS nos salió al encuentro, y nos ofreció Su salvación. También nosotras andábamos errantes en algún desierto, sin saber que había dos ojos amorosos fijos en nuestros pasos, y una presencia que no se apartaba de nuestro lado. Porque sabemos que el SEÑOR dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, yo os elegí a vosotros.” (Jn 15:16). Y luego Juan también dice: “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero.” (1Jn. 4:19).
De modo que cuando creímos y fuimos salvas nuestras vidas comenzaron a ser restauradas y bendecidas. Sin embargo, puede que –como AGAR- en algún momento tengamos que volver al desierto; quizá el SEÑOR necesite probar nuestro corazón para limpiarnos, perfeccionarnos, y para que, pasada la aflicción, seamos mujeres mucho más maduras.
De este estudio podemos extraer algunas enseñanzas:
• Recordemos que JESÚS, dijo: “Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Lc 18:14)
• Aceptemos la voluntad de DIOS sabiendo que Él tiene un propósito para nuestras vidas.
• Confiemos plenamente en DIOS porque Él tiene cuidado de nosotras y de nuestras familias, y que nada de lo que sucede puede escapar a Su conocimiento.
• Confesemos todo orgullo, egoísmo, indiferencia, o cualquier otro pecado que pudiera existir en nosotras, que haya contribuido a aumentar las dificultades en nuestras vidas.
• Seamos agradecidas porque tenemos un PADRE que todo lo ve y que nos ama con amor eterno.
Para terminar, les propongo que no nos olvidemos de ISMAEL.
ISMAEL es “el hijo olvidado del patriarca”, como lo señala el Pr. Federico Bertuzzi. Sabemos que SARA, que fue la de la idea, la que deseaba desesperadamente que naciera, llegó a despreciarlo; Abraham, que era su padre, no pudo protegerlo; y la pobre AGAR, aunque víctima de las circunstancias, con su actitud puso en peligro la vida de su propio hijo. De modo que los adultos que eran los responsables de la existencia y bienestar de ISMAEL, fallaron. Sólo DIOS fue fiel y “estaba con él”.
Cuando el pastor Bertuzzi presentó la misión al mundo islámico ante la congregación, nos dijo que para que la promesa de restauración (Is. 60:6-7) hecha a la descendencia de ISMAEL –los pueblos árabes- tenga cumplimiento, ellos deben conocer y recibir el Evangelio de JESUCRISTO.
Para esto debemos predicar las Buenas Nuevas al mundo musulmán, apoyar a las misiones destinadas a ellos, interceder por los hombres y mujeres que han sentido el llamado de DIOS para anunciarles la Salvación, y rogar -en manera muy especial- por los nuevos creyentes, ya que en la mayoría de los países árabes hay gran persecución; abandonar el Islam es considerado “delito de apostasía”, y convertirse al cristianismo es penado con la cárcel e incluso la muerte.
FUENTES:
• www.elladofemeninodelabiblia.org
• Extraordinarias mujeres de la Biblia, de E.F.Priddy, Ed. PORTAVOZ.
• Mujeres de la Biblia, de A. Spangler y J. Syswerda, Ed. VIDA.
• Hablar de Dios y a Dios en clave de mujer, por Lic. Lucía Riba de Allione.
• Agar y el Dios que no te desampara, por Olga Valdivia, en El Centinela
• El desafío del mundo islámico actual, por Pr. Federico Bertuzzi
Silvia